El pequeño Tuk

Aprendizaje subliminal

Aunque todavía no se ha demostrado su eficacia, ya se está comercializando este nuevo método para aprender geografía, literatura e historia mientras se duerme. Lo contamos todo en el cuento de Hans Cristian Andersen.
Había en un lugar lejano un niño al que todos llamaban Tuk. Aquella noche, Tuk estaba un poco apurado, pues debía aprender su lección sobre geografía de Dinamarca además de atender a su pequeña hermana, de nombre Gustava. Comenzaba a anochecer y escaseaba la luz, pero en la casa de Tuk eran demasiado pobres para comprar velas. A la hora de la cena resultaba imposible seguir estudiando y cerró el libro. La madre de Tuk, que estaba mirando por la ventana, vió a la lavandera regresar de la fuente con pesados baldes llenos de agua: - Tuk, hijo mío - le dijo su madre - acércate a ayudar a la anciana, sus pobres piernas están débiles y le cuesta llevar tan pesada carga. El chiquillo, con amabilidad, acarreó el agua a casa de la lavandera. Al acostarse, y pensando en el examen del día siguiente, Tuk puso su libro debajo de la almohada, pues había oído comentar que con esa práctica se podía aprender y dormir al mismo tiempo. Y soñó que la lavandera le agradecía su ayuda: - Sería injusto que no aprobases, después de haber ayudado a tu madre cuidando de Gustavita y después de ayudarme a mí: ¡Ahora te ayudaré yo! - Y desapareció. Lo siguiente que vió Tuk en sueños fue una gallina: - Vengo desde Kjöge - dijo el animal -, allí somos un montón. - Y continuó hablándole de la importante batalla librada en esa ciudad. También le habló del pájaro de Prastö y del castillo de Vordingborg, donde vivió el rey Waldemar. Le contó todo lo que había de saber acerca de aquellas ciudades y después se fue como había venido: - ¡Co, co, co! - dijo la gallina antes de irse. Al poco tiempo, un hombre vestido de marinero irrumpió en su sueño: - Hola Tuk, ¡saludos desde Korsör! En esta ciudad no encantan los barcos de vapor y planeamos construir uno para dar la vuelta al mundo. Nuestras rosas son las más bellas y aromáticas. ¡No te olvides de nosotros! Y de la misma forma que había venido, se fue. Y Tuk siguió durmiendo y sobre una montaña vió a un hombre de plateada melena, sentado a los pies de una iglesia con dos esbeltas torres, era el rey Hroar de las Fuentes, en la ciudad de Roeskilde, rodeado de todos los reyes y reinas de Dinamarca, que sonriendo al chiquillo le recordaban: - ¡No te olvides de los Estados!, Tuk, ¡recuerda los Estados! Después de desvanecerse los reyes y las reinas, apareció en el sueño de Tuk una mujer que venía de Sorö, una ciudad húmeda, donde la lluvia era casi constante. La mujer relató al pequeño un montón de anécdotas sobre aquellas tierras, incluyendo las comedias de Holberg y muchísimos detalles sobre su historia y sus gentes. - Además, tenemos muchas ranas, aquí - Y como era un sueño, la mujer se alejó croando. Un hombre de aspecto afable sucedió a la mujer de Sorö en el sueño de Tuk, y le habló de su futuro: - Tendrás un gallinero, Tuk, como los que había en Kjöge, y podrás navegar en un barco mejor que el que construirían en Korsör, visitarás Roeskilde, serás muy feliz, hablarás con bondad y talento y encontrarás paz en Sorö, y ahora, duerme, pequeño Tuk, duerme. A la mañana siguiente, Tuk tenía una grata sensación de tranquilidad, pero no recordaba lo sucedido en el sueño. El profesor quedó muy contento con las respuestas del muchacho en el examen, y cuando éste volvía a casa por la tarde, se encontró con la lavandera, que con un guiño le dijo: - ¡Recuerda los Estados, Tuk! ¡Nunca se sabe lo que depara el futuro!

Había en un lugar lejano un niño al que todos llamaban Tuk. Aquella noche, Tuk estaba un poco apurado, pues debía aprender su lección sobre geografía de Dinamarca además de atender a su pequeña hermana, de nombre Gustava. Comenzaba a anochecer y escaseaba la luz, pero en la casa de Tuk eran demasiado pobres para comprar velas. A la hora de la cena resultaba imposible seguir estudiando y cerró el libro.

La madre de Tuk, que estaba mirando por la ventana, vió a la lavandera regresar de la fuente con pesados baldes llenos de agua:

– Tuk, hijo mío – le dijo su madre – acércate a ayudar a la anciana, sus pobres piernas están débiles y le cuesta llevar tan pesada carga.

El chiquillo, con amabilidad, acarreó el agua a casa de la lavandera.

Al acostarse, y pensando en el examen del día siguiente, Tuk puso su libro debajo de la almohada, pues había oído comentar que con esa práctica se podía aprender y dormir al mismo tiempo. Y soñó que la lavandera le agradecía su ayuda:

– Sería injusto que no aprobases, después de haber ayudado a tu madre cuidando de Gustavita y después de ayudarme a mí: ¡Ahora te ayudaré yo! – Y desapareció.

Lo siguiente que vió Tuk en sueños fue una gallina:

– Vengo desde Kjöge – dijo el animal -, allí somos un montón. – Y continuó hablándole de la importante batalla librada en esa ciudad. También le habló del pájaro de Prastö y del castillo de Vordingborg, donde vivió el rey Waldemar. Le contó todo lo que había de saber acerca de aquellas ciudades y después se fue como había venido: – ¡Co, co, co! – dijo la gallina antes de irse.

Al poco tiempo, un hombre vestido de marinero irrumpió en su sueño:

– Hola Tuk, ¡saludos desde Korsör! En esta ciudad no encantan los barcos de vapor y planeamos construir uno para dar la vuelta al mundo. Nuestras rosas son las más bellas y aromáticas. ¡No te olvides de nosotros!

Y de la misma forma que había venido, se fue.

Y Tuk siguió durmiendo y sobre una montaña vió a un hombre de plateada melena, sentado a los pies de una iglesia con dos esbeltas torres, era el rey Hroar de las Fuentes, en la ciudad de Roeskilde, rodeado de todos los reyes y reinas de Dinamarca, que sonriendo al chiquillo le recordaban:

– ¡No te olvides de los Estados!, Tuk, ¡recuerda los Estados!

Después de desvanecerse los reyes y las reinas, apareció en el sueño de Tuk una mujer que venía de Sorö, una ciudad húmeda, donde la lluvia era casi constante. La mujer relató al pequeño un montón de anécdotas sobre aquellas tierras, incluyendo las comedias de Holberg y muchísimos detalles sobre su historia y sus gentes.

– Además, tenemos muchas ranas, aquí – Y como era un sueño, la mujer se alejó croando.

Un hombre de aspecto afable sucedió a la mujer de Sorö en el sueño de Tuk, y le habló de su futuro:

– Tendrás un gallinero, Tuk, como los que había en Kjöge, y podrás navegar en un barco mejor que el que construirían en Korsör, visitarás Roeskilde, serás muy feliz, hablarás con bondad y talento y encontrarás paz en Sorö, y ahora, duerme, pequeño Tuk, duerme.

A la mañana siguiente, Tuk tenía una grata sensación de tranquilidad, pero no recordaba lo sucedido en el sueño. El profesor quedó muy contento con las respuestas del muchacho en el examen, y cuando éste volvía a casa por la tarde, se encontró con la lavandera, que con un guiño le dijo:

– ¡Recuerda los Estados, Tuk! ¡Nunca se sabe lo que depara el futuro!