El gato y el ratón hacen vida en común.
Dime con quién vas
...y te diré quién eres! Y en especial, si eres un ratón, no es aconsejable que tengas trato demasiado íntimo con un gato, porque...¡Quién sabe cuándo se despertará su apetito! Más información sobre el tema en el relato de los Hermanos Grimm.
Cuentan que hubo una vez un ratón que se convirtió en el mejor amigo de un gato. Tanto le quería y tal amistad y cariño había trabado con él, que el gato le ofreció la posibilidad de convivir juntos en una pequeña casita.
- Lo primero que debemos hacer - avisó el gato, - es asegurarnos de que no pasaremos penalidades en invierno y que no nos faltará comida.
El ratón accedió encantado a la propuesta, y después de haberse instalado en la casita, convinieron en comprar un pucherito y llenarlo de grasa para cuando vinieran los duros fríos de enero.
- Para que no haya problemas, ni caigamos en la tentación de comerlo antes de tiempo - previno el gato, - lo esconderemos en la iglesia. Bajo el altar estará a buen recaudo.
Así lo hicieron, y cuando volvieron a la casa, el gato comentó al ratón:
- ¿Ves? De esta forma, no tendrás que salir a buscar comida por la calle en invierno, arriesgándote a caer en una ratonera.
Y escuchando estas palabras, el ratón pensó en cuánto le quería su compañero.
Plácidamente pasó el tiempo en la casa en la que el gato y el ratón hacían vida en común.
Pero cierto día, al gato le entraron unas ganas irrefrenables de catar la manteca, y mintió al ratón:
- Me han invitado al bautizo del gatito de mi prima y debo ausentarme. No me esperes hasta esta tarde - Advirtió al ratón.
E inmediatamente echó a correr hacia la iglesia, comiéndose toda la parte superior de la grasa del puchero.
De vuelta a casa, el ratón, curioso, preguntó por el nombre del pequeño gatito ahijado:
- Le hemos puesto "Empezado" - Contestó el gato.
- ¡Vaya un nombre más raro! Seguro que no viene en el santoral - Se extrañóel ratón.
- No veo qué tiene de particular ese nombre - continuó el gato, - Tu abuelo se llamaba Robamigas, que tampoco es muy común.
Al cabo de unas semanas, el gato volvió a sentir ganas de probar el exquisito bocado que guardaban en la iglesia e inventó una nueva mentira:
- Mi prima ha tenido otro gatito y lo van a bautizar. Hoy volveré tarde. - Dijo al ratón.
Y de nuevo corrió hasta el altar donde ambos escondían el puchero y comió hasta dejar sólo la mitad.
Cuando, al regresar a la casita, el ratón se interesó por el nombre del gatito, el felino le dijo:
- Se llama "Mitad" - Y el roedor no pudo dejar de extrañarse ante las costumbres familiares de su compañero. - Ciertamente, eligen unos nombres bien raros para sus vástagos.
De nuevo el gato sintió ganas de comer del pucherito, y otra vez mintió al ratón diciéndole que debía acudir al bautizo de un gatito nacido de su prima. Al preguntar el ratón sobre el nombre del pequeño gatito, el gato le dijo:
- Le hemos llamado "Terminado".
- ¡Bueno! - Exclamó el ratón - ¡Éste sí que es el nombre más raro de todos!
Y por fín llegó el invierno, todas las calles se cubrieron de blanco y las invadió el frío. La comida empezaba a resultar difícil de encontrar y el ratón pensó que había llegado el momento de recurrir a las reservas almacenadas en el pucherito de la iglesia. Pero al llegar al altar y destapar el puchero ¡Estaba vacío! ¡No había ni rastro de la manteca allí almacenada!
- ¡Ahora lo entiendo todo! - Dijo el ratón, - Cada vez que faltabas de casa me estabas demostrando lo que tú entiendes por amistad, y ahora comprendo de dónde venían los extraños nombres de los gatitos: "Empezado", "Mitad" y "Terminado"...
Y antes de que pudiera acabar la frase, el gato se lo zampó entero, afirmando que para cada uno, la amistad es algo muy diferente.