Había una vez un niño tan feo, pero tan feo, que cuando nació en vez de darle pecho su mama, le dió la espalda.
Había una vez un niño tan feo, pero tan feo, que cuando nació en vez de darle pecho su mama, le dió la espalda.
Había una vez un niño tan feo, pero tan feo, que cuando nació en vez de darle pecho su mama, le dió la espalda.