Era un señor tan pequeño pero tan pequeño, que se sentó encima de un Euro y no le llegaban los pies al suelo.
Era un señor tan pequeño pero tan pequeño, que se sentó encima de un Euro y no le llegaban los pies al suelo.
Era un señor tan pequeño pero tan pequeño, que se sentó encima de un Euro y no le llegaban los pies al suelo.
¿Qué le dijo un pato cojo a un pato viudo? – Los dos nos quedamos sin pata. 87