Era un hombre tan ignorante, tan ignorante, que se regaba la cabeza a ver si así se cultivaba.
Era un hombre tan ignorante, tan ignorante, que se regaba la cabeza a ver si así se cultivaba.
Era un hombre tan ignorante, tan ignorante, que se regaba la cabeza a ver si así se cultivaba.
Si contamos cuántos se apellidan «Díaz», sabremos cuándo se acaba el mundo. – ¿Por qué? – Porque tendremos los Díaz contados 17