Rufi, que era un pececito de color
azul, se fue a dar una vuelta por el mar, pero era
un poco despistado y se perdió.
Le preguntó cómo volver a su casa a la concha Conchita,
a Mar el calamar, a Tino el langostino y a la ballena
Filomena, pero nadie conocía las piedrecitas
rojas donde vivía.

Entonces, nadando y nadando se encontró con Elena la sirena
que estaba afónica de tanto cantar.
Rufi le pidió ayuda para ir a su casa. La sirena dijo que le ayudaba
si él le ayudaba a recuperar la voz.
Cuando llegaron a casa, el papá de Rufi, que era el doctor Aitor,
curó a Elena la sirena.
Y todos los días cuando Elena dejaba de cantar se iba con Rufi a
jugar.
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